Un tiempo después, él regresó con su novia del colegio (todos estudiábamos en la misma universidad). Se veían felices, ella era tímida; me cayó bien. Después de salir algunas veces, todos como grupo, comencé a hablar más con ella que con él. Nunca hablábamos de su relación, sino de historias, libros, sueños. Empezamos a ser grandes amigas.

En la noche, Paula (así se llamaba ella) me preguntó: estás dormida? No (lo cual es extraño, porque suelo dormir muy fácilmente). Entonces salimos de la habitación y fuimos al jardín. Sabes que yo te quiero mucho, me dijo entonces. Sí y yo a ti. Sí -continuó ella- y quiero que sepas que, pase lo que pase, te quiero mucho y eres muy importante en mi vida. Simplemente, no entendí; nos abrazamos, hablamos de otros temas, que tampoco recuerdo hoy y, al rato, regresamos a dormir.
Unas semanas más adelante, Benjamín y Paula terminaron. Yo quería estar al lado de ella, nunca había tenido una pena de amor, nunca me había enamorado, así que no sabía lo que debía sentir, pero entendía perfectamente lo que era una tristeza en el corazón y podía leer en sus ojos el dolor y la desilusión. Tampoco recuerdo hablar con Benjamín por esos días, creo que él comenzó a salir con Pilar, otra amiga.
Un día cualquiera salimos juntos de clase, nos fuimos caminando y la charla nos atrapó, así que se alargó la conversación con un café y una invitación a comer. Benjamín me parecía interesante, reservado, dulce, inteligente, atractivo, pero un poco extraño, usaba algunas palabras que me parecía tenían mucho peso y yo no era capaz de decirlas de forma ligera. Comenzamos a salir más, solos o con otros amigos. Finalmente, una noche me dijo que yo le gustaba y que se estaba enamorando de mí. Yo no quería traicionar a Paula, no quería lastimarla, pero también había comenzado a sentir algo más, un deseo de verlo y pasar más ratos con él.
Aun recuerdo muy bien esos días, yo sentía que volaba, nada me preocupaba y puedo reconocer hoy, cuando digo que no quiero enamorarme, que la sensación de ver a alguien derretirse al verme, me conmovía y llenaba de ilusión.